¿Qué ha cambiado en 2022?

12 enero 2023

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Monthly House View - Enero de 2023 - Descargar aqui 

”Hay que conquistar la libertad antes de organizarla”

Jean Cavaillès
 

Tras un año fuera de lo normal en todos los aspectos, es grande la tentación de mirar hacia 2023 con la esperanza de unas perspectivas más favorables. Sin embargo, de 2022 pueden extraerse lecciones para el futuro que pueden ser fructíferas, especialmente, qué cambios estructurales se han llevado a cabo.

En primer lugar, este ha sido el año del retorno violento de la historia. 2022 nos llevó a abandonar definitivamente la idea de que la paz y la estabilidad eran una característica ya permanente de Europa. La ruptura histórica generada por la invasión de Ucrania marca un punto de inflexión duradero para el continente: en el diseño de sus prioridades, su definición del poder y de sus condiciones (autonomía estratégica y política de defensa), y en su relación con las fronteras. Por último, nos remite volver a una noción más clásica de la guerra: “la continuación de la política por otros medios” (Clausewitz). También nos recuerda que, antes de diseñar planes de paz y organizar el periodo posterior al conflicto, lo que determina la realidad es el equilibrio del poder militar sobre el terreno. Por último, también hay una advertencia sobre el futuro de Taiwán. Por lo tanto, el riesgo país seguirá siendo un aspecto central en 2023.

En segundo lugar, 2022 también fue el año del retorno de la política, ya sea en China o en Europa. Las orientaciones políticas adoptadas por Xi Jinping en los dos últimos años cuestionan claramente la visión de China como motor del crecimiento mundial y modelo de pragmatismo reformista iniciada por Deng Xiaoping. Para los inversores, la conmoción de 2021-2022 ha sido darse cuenta de que su marco analítico está quedándose cada vez más obsoleto a medida que la ideología empieza a suplantar a la racionalidad, y de que la acumulación de deuda de los últimos 10 años y la reestructuración del sector inmobiliario no auguran nada bueno para el crecimiento en los próximos años. En Europa, el retorno de la política se refleja en un cambio de las ideas dominantes, en el que las políticas competitivas parecen estar dando paso a la autonomía estratégica.
En tercer lugar, 2022 marcó el regreso de la escasez: insuficiencia de mano de obra, cadenas de valor limitadas y racionamiento energético. Esta nueva ecuación es la base de las tensiones inflacionistas que vivimos y constituye un cambio de perspectiva frente al modelo de producción abundante y disponibilidad inmediata que ha prevalecido hasta ahora. Este predominio de las restricciones de la oferta marca la revancha de los economistas llamados “clásicos” frente a los economistas keynesianos, que inspiraron una combinación de políticas monetarias y fiscales muy expansivas tras la crisis de la COVID-19.

En cuarto lugar, 2022 fue sin duda un año de aceleración del cambio climático. Este año, los cambios se han hecho más visibles y más intensos: desde olas de calor récord a incendios forestales, pasando por caídas de glaciares, ríos secándose y huracanes devastadores. 

¿Qué puede enseñarnos la historia económica y política de cara a 2023? ¿Cuáles son los siguientes pasos, casi inevitables, en una crisis de este tipo? Las fases inflacionistas suelen dar lugar a un aumento de las tensiones sociales y probablemente será lo que marque los próximos meses. En Europa, ya hemos entrado en la fase política y social de la inflación, en la que las presiones de reindexación aniquilan los planes de reforma anteriores. Otra lección de las últimas décadas es el probable retorno del riesgo soberano; tras una pandemia que aumentó la deuda pública entre 10 y 15 puntos del PIB en el mundo occidental, la crisis energética está provocando ahora un incremento del déficit en Europa. Sin embargo, con una política monetaria menos acomodaticia, el margen presupuestario se reduce y la sostenibilidad de la deuda ya no está asegurada. 

Por lo tanto, los inversores seguirán buscando las principales oportunidades de inversión en el sector empresarial. Tras un año 2022 sorprendentemente resistente en términos de márgenes, a pesar de este entorno de estanflación, 2023 debería ser testigo de una ralentización de los beneficios, sin que por ello se ponga en tela de juicio el atractivo de la renta variable y la deuda corporativa como principales fuentes de rentabilidad a largo plazo.

 

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Monthly House View, 23/12/2022 - Extracto del Editorial

12 enero 2023

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